Aunque siempre estaba presente, nunca estuve aquí.
Aunque siempre estaba presente en mi vida, mi aquí y ahora nunca era
aquí. Aquí es donde guardo mi ropa, dónde digo vivir, pero nunca vivía.
Más bien estaba muy viva pero no viviendo aquí.
¿Cómo explicar una vida en aviones, hoteles y Airbnbs?
El mundo era mío.
Mi vida era así. Llega cambia de maleta, regresa al aeropuerto, una nueva
aventura, un nuevo lugar.
Llega, recibe las llaves, ese momento perfecto cuando abres la puerta y
conoces el nuevo lugar que será tu hogar por unos cuantos días. No
importa mucho si es espectacular o si las fotos te engañaron. No es un
"para siempre." Es tu hogar por unos días. Buscas cómo acomodarte.
Cómo disfrutar. Te abres a las aventuras que te deparan los próximos días.
Ese aquí, ese ahora es todo lo que tienes hasta que regresas al aeropuerto,
a la estación de tren, hasta que llega un chófer a llevarte a un nuevo
destino. A tu nueva aventura.
Una vida sola, y al mismo tiempo rodeada de gente. Una vida donde
conoces gente mágica que te cambia la vida mientras tú tocas sus almas.
Un día aquí, otro día allá. Siempre queriendo y planeando volver antes de
irte pero nunca sabiendo si realmente volverás o la vida te sorprenderá con
otra aventura muy lejos de aquí.
Cada lugar tiene su encanto, su bella gente, comida deliciosa que saborear.
Cada lugar es tu hogar. Te sientes en casa y al mismo tiempo hay tanto
que aprender, tanto que entender. Todos son tus hogares pero eres una
extraña en cada lugar.
Todos más familiares y más visitados que en el que dices vivir.
Y llega esto que no puedes entender, pero has estado percibiendo por
meses. Y de repente tu vida da un vuelco. El momento en el que el mundo
se empieza a cerrar. Ya lo veías venir. Ya estabas preparada. Llevas meses
buscando como crear un hogar donde antes solo guardabas tu ropa y
venías a descansar unos días antes de partir a tu nueva aventura.
Llevas meses buscando como quedarte más tiempo. Empezando a conocer
más tu entorno. Creando más dónde dices vivir.
Llega el momento en que ya eliges no tomar más aviones y no sabes
porque, pero algo adentro de ti te dice que tienes que cambiar de estilo de
vida.
Cuando por fin dicen que hay una pandemia puedes respirar porque sabes
porque te estabas preparando para esté aquí, para que este ahora fuera tu
lugar.
Tres náufragos varados en un solo lugar. Tres individuos que disfrutan de
su soledad compartiendo un espacio al que tendrán que llamar hogar.
¿Cómo no creer en algo más grande y más sabio si la vida te a puesto con
las personas más maravillosas para pasar el confinamiento?
Nos habíamos estado entrenando por meses para esto. De viajar solos y
vivir solos habíamos empezado a compartir espacios y sueños.
Dejamos de buscar la soledad y habíamos empezado a entrelazar nuestras
vidas.
Algo nos decía que teníamos que compartir más.
Y ahora, aquí confinados juntos, celebramos este encierro y nos abrimos a
crear de una forma diferente. Nos abrimos a apoyar a los que no vieron
venir esto. Estamos listos y preparados. Es el momento de crecer y
aprender a estar en este aquí, en este ahora donde la pandemia nos vino a
poner.
Tanto que aprender y tanto que dar.
Tanto que dejar ir y tanto que apoyar.
Un día a la vez. Muchos retos nuevos que lograr. Hay tanto que hacer y no
hay instrucciones. Momentos buenos, momentos terribles, momentos
oscuros, momentos de luz.
Tres náufragos manteniéndose a flote en medio de la tormenta,
celebrando la vida y enseñando a nadar a tantos que nunca estuvieron,
aunque vivieran en su propio hogar.
El mundo era nuestro y ahora esto, este aquí parece ser todo nuestro
mundo; todas las aventuras que vivimos ahora son desde aquí.