Este mensaje nos habla del proceso que sigue después de que Jesucristo nos ha hecho “resucitar” a una nueva vida. Algunos tenemos heridas que si no las trabajamos delante de Dios, tendremos problemas que nos seguirán por mucho tiempo.

La vida es un cumulo de momentos, que de no obtener la sabiduría en cada uno, entonces pensaremos que es caprichosa. Dios no es caprichoso y tiene propósito de darnos su sabiduría en cada etapa.

Hay cosas que no sabemos que Dios espera de nosotros, pero de pronto cuando las sabemos sentimos un “tengo que” que Dios desea transformar para que el deseo haga que pase a ser un “quiero que”. En este mensaje veremos cómo Dios esta esperando que lo hagamos con nuestras familias y las casa donde vivimos.

Como sacerdotes de una orden sacerdotal de Cristo, somos llamados a interceder, a dar y a adorar. Nuestra adoración debe ser congruente con nuestro andar.

Este mensaje nos lleva a comprender la importancia de las ofrendas que ahora nos corresponden en el sacerdocio que Dios nos ha dado. La ofrenda encendida es el ejemplo de una de las formas en que hoy día podemos participar.

En este mensaje podremos comprender lo que Dios estaba esperando de Su pueblo. Ahora que lo sabemos, debemos atender ese llamado. Tú y todos Sus hijos tenemos en oficio sacerdotal.

El Señor Jesús tenía clara la importancia de ser intencionales en nuestras invitaciones. De hecho eso no era la forma en su tiempo y por ello se le acusó. Dios nos ha dado los recursos necesarios para llegar a la vida de las personas y al compartir vida con ellos, presentarles la Buena Noticia de Salvación que cambie sus vidas. No dejes pasar esas oportunidades e invita a las perdonas a tu casa.

En esta la octava y última bienaventuranza entendemos que pasaremos por el resultado de vivir una vida en las primeras 7 bienaventuranzas. El resultado de esto será persecución. El mundo nos resistirá y perseguirá por la causa de Jesús.

Vivimos en un mundo que persigue la paz como señal de felicidad, pero nunca la logra. Esta paz no la podremos tener si esperamos que el mismo mundo nos la pueda proveer y por eso, muchas veces queremos que quien altere esa paz añorada, tenga que pagarlo. El Señor Jesús en esta 7a Bienaventuranza tenía una idea diferente.

Vivimos en un mundo en donde ser tan bueno no está bien. Parece que se necesita un poco de malicia para lograr tus propósitos, ser sobresaliente, etc. Sin embargo, el Señor Jesús estaba regenerando los corazones con Su mensaje, de tal forma que espera que vivamos vidas con corazones limpios.