Se nos va de ojo que la circulación masiva de información genera inflación de charlatanes y deflación de escuchadores, porque hablar y opinar es más fácil, que escuchar y pensar.
Charlatanería que fermenta en las redes sociales donde el parloteo sin fin ni sustancia genera ruido ambiental que dificulta escuchar, que es prestar atención a lo que se nos cuenta.
Parloteo que mata el concepto de conversación que es el intercambio de ideas entre personas; y sustituye el escuchar por el simple oír que es percibir los sonidos. Efectos del modelo de comunicación digital que impulsa a lanzar al mundo a la velocidad luz que imprime el sistema, lo que sentimos u opinamos sobre cualquier hecho de la actualidad, sin reflexionar sobre lo que oímos y no escuchamos. Efecto que se traslada también a las relaciones sociales, donde cada vez es más difícil exponer argumentos e ideas por la necesidad que siente el que oye de exponer su opinión y su experiencia personal, sin dejar terminar de argumenta al que habla lo que mata el diálogo y convierte la conversación en un guirigay de opiniones que no conducen a nada. ¡Que no se te vaya de ojo!