En esta ocasión, iniciado ya el mes de julio y ante el ingente calendario de fiestas patronales que se prodigan durante el verano, reflexionamos sobre el sentido del trabajo y de la fiesta, en los que se pone de manifiesto, en el fondo, el sentido último de la vida. Solo un trabajo lleno de sentido puede ser suelo sobre el que surja jubilosa la fiesta. Una fiesta verdadera no es tan solo un día en que no se trabaja; en ella se nos recuerda, en el fondo, el porqué y el para qué del trabajo y del mismo vivir.
Con pintura de Munch (“Al día siguiente”), poesía de la uruguaya Juana de Ibarbourou (“El agua corriente”) o momentos inolvidables del cine (“¡Qué bello es vivir”), iremos desarrollando este tema en relación con diversas expresiones artísticas.