La adoración de la Sagrada Forma por Carlos II y su corte es una de las mejores realizaciones de la pintura barroca española, un ejemplo del gran cuadro de altar que triunfó en España en la segunda mitad del siglo XVII y la obra maestra de Claudio Coello.
La obra se encuentra en el lugar para el que fue realizada, la sacristía del Monasterio del Escorial, y esto permite, además, apreciar de forma más profunda, el significado que, en su momento, se la quiso dar; algo que nunca podríamos entender si la obra se encontrara en otro entorno.