Alonso Cano realizó, en 1655, por encargo del Cabildo de la Catedral de Granada, una escultura de la
Inmaculada Concepción de María, destinada al tabernáculo que remata el facistol del Coro. La perfección
técnica y estética de la obra, concreción de los ideales de la imaginería barroca de la escuela granadina, la
convirtió en modelo y prototipo iconográfico del tema. También fue la razón por la los canónigos optaran,
cuando todavía vivía el artista, por trasladarla a su actual ubicación en la Sacristía.