"La Trinidad", de Andrei Rublev, pieza maestra de este artista, es el icono más famoso del arte ruso. Incomparable por su calidad artística, su aparente sencillez encierra una densa meditación sobre el misterio de la Santísima Trinidad. La plenitud de la vida interior de Dios que mana de la pintura alcanza al espectador creyente que lo contempla, convertido así en el cuarto personaje de la escena.