Muchos activistas en América Latina y el Caribe consideran la propiedad colectiva de la tierra como un factor importante para la protección del territorio primigenio, para la promoción de la producción del hábitat, y para la consolidación de comunidades urbanas. Con excepción del Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña en San Juan, Puerto Rico, el modelo de los fideicomisos comunitarios de tierras aún no es muy conocido en la región. No obstante, ha habido modelos precursores y equivalentes modernos tales como los ejidos en México, los territorios comunales en Ecuador, y las estrategias para la recuperación de tierras de pueblos indígenas en Bolivia, Brasil, y varios países en el Caribe. En las áreas urbanas, la titularidad cooperativa de la tierra y las viviendas, y la administración cooperativa de reservas extraídas del mercado y bajo el dominio municipal pueden encontrarse en organizaciones como las Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua en Uruguay, y en varias luchas e iniciativas en Argentina, Brasil, y Venezuela.