Ayer asistimos a un nuevo espectáculo debido a la intervención del vídeoarbitraje, VAR, con motivo del partido que se reanudó anoche en el Alfonso Murube de Ceuta entre la AD Ceuta y la Unión Deportiva Almería. El árbitro del partido no vio una acción infantil dentro del área almeriense en una jugada de saque de esquina. Al final la asistencia del video determinó que el colegiado debería pitar penalti y así lo hizo, para conceder finalmente una ocasión de oro para la victoria del conjunto local, que sumó tres puntos de oro en el lanzamiento de un penalti, que le vale en esa pelea por la permanencia en segunda división. Ni que decir tiene que ya la Unión Deportiva Almería ha emitido un comunicado oficial quejándose del trato recibido por el arbitraje sufrido. Todo apunta a que debemos estar de acuerdo. Hoy ha sido perjudicado el Almería y ayer lo fue el Granada. Otro día sucedió seguramente con el Burgos y mañana será con otros. El club rojiblanco granadino ya se quejó privadamente al Comité Técnico arbitral del error cometido en el partido contra el Córdoba, algo que perjudicó gravemente los intereses del equipo, pero ya está. Es cierto que el arbitraje, y sobre todo la intervención del vídeo y del árbitro que lo controla, debe sufrir una reforma importante para racionalizar mucho más las direcciones de los partidos y que el árbitro de campo no se deje llevar siempre por el señor que se encuentra sentado en una silla viendo un monitor. Porque los errores de estos últimos, seguramente ante la ausencia de mejor tecnología y medios, están siendo constantes y manifiestos.