Puede que cuando usted esté leyendo estas líneas Fran Escribá no sea ya entrenador del Granada CF. Suceda lo que suceda, lo que está claro es que la zona noble del club rojiblanco no confía ya en su entrenador. Ayer es justo reconocer, sin cargar tintas sobre un árbol a punto de caer, que la táctica empleada, para intentar vencer un partido clave para conseguir el objetivo de la sexta plaza, no fue la más acertada sino justo lo contrario. Ayer perdieron un partido en casa que se tenía que vencer sí o sí ante un rival que a priori era inferior a los rojiblancos. Uno de los problemas que ha tenido el técnico es la falta de continuidad a la que ha sometido permanentemente a una plantilla a la que no le ha servido, en cuanto a los jugadores titulares, con hacer un partido bien y conseguir la victoria para volver a jugar en el once inicial al encuentro siguiente. Ese ha sido uno de los pecados de un entrenador, que llegó a la ciudad rodeado de un indudable prestigio por su curriculum, pero que ciertamente no ha logrado la fórmula para sacar el mayor provecho a una plantilla de estrellas para la segunda división, aunque también se ha encontrado con un vestuario complicado, lleno de más egos que fútbol y con un club, por su presupuesto, condenado a conseguir como fuera el retorno a la primera división. En cuanto a la decisión del cambio en el banquillo, uno de los problemas que pueden estar retrasando la definitiva decisión del cese podría ser el de encontrar un relevo que, primero intente conseguir el objetivo de vencer los 3 partidos que restan y que luego también tenga continuidad para la próxima temporada. No es seguro, aunque se ha intentado, que Lucas Alcaraz se haga con las riendas del equipo. Parece ser que también desde el club se manejan otras alternativas.