La próxima temporada en el Granada CF ya está en marcha. En nuestro baloncesto profesional también. En uno y otro club han tenido comportamientos absolutamente geniales para no dar tiempo a sus seguidores y aficionados más fieles a llorar los respectivos fracasos. De inmediato han comenzado a hablar de ilusión por conseguir los objetivos de la próxima temporada. El Covirán lo hizo en la misma pista en la que volvió a perder el último partido de la temporada. Hubo fiesta para celebrar el deseo de retornar a la ACB. No hubo ni un solo minuto para la tristeza. El conjunto rojiblanco futbolístico hizo más o menos igual, aunque con formas diferentes. Después de la derrota en el Sardinero, en la misma rueda de prensa posterior al partido, el técnico Pacheta ya hablaba de ilusión y de hacer un buen equipo para la próxima temporada. Marcó incluso el comienzo de la pretemporada, el 7 de julio. Todo pensado y bien pensado para que la gente no tuviera tiempo para criticar. Las labores ingeniería social han sido impecables y muy bien pensadas para soslayar la realidad más cruda. Pero todo es correcto de cara a la galería, a la gente, a los aficionados a los que no se les puede quitar lo más valioso, su ilusión. Pero lo sucedido en una y otra casa necesita una reflexión, un luto, un saber con análisis responsable qué ha pasado para poder rectificar y no volver a cometer los mismos errores. En el baloncesto, a falta de saber si Pablo Pin continúa o no, falta y ha faltado siempre dinero. Por eso la solución es difícil. Pero en el Granada CF no ha faltado dinero, a veces ha sobrado incluso. Pero, por desgracia, se han tomado malas decisiones por parte de personas que desconocen el mundo del balompié profesional, que no están capacitadas para invertir y gestionar lo más importante en un club, lo deportivo. Si en el club de Los Cármenes no cambian las personas que fichan y desfichan, todo seguirá igual. No obstante, enhorabuena a su departamento de marketing.