El Granada CF cayó ayer derrotado en Zorrilla seguramente sin merecerlo, al menos después de observar el juego desplegado por los rojiblancos durante la primera parte, cuando el equipo pudo haber logrado una ventaja de más de un gol. Pero, aunque al final de los primeros cuarenta y cinco minutos el equipo de Pacheta se marchara venciendo a la caseta, cero a uno, en el segundo periodo cambiaron las cosas y el Real Valladolid comenzó a imponer su ley gracias a la actuación de los jugadores de calidad con los que cuenta. Era lógico pensar que este recién descendido desde primera no se iban a quedar cruzados de brazos viendo como los granadinos seguían jugando al fútbol a placer. Con esta reacción, a los catorce minutos de la reanudación, llegaba el gol del empate que hacía justicia a un mayor empuje del equipo de Almada. Y en la recta final del partido, una vez realizados los cambios, llegaría el momento clave del encuentro ya que Manu Lama metió una mano que fue al balón dentro del área. El árbitro decretaría con toda justicia el penalti que dejará a los rojiblancos sin premio. En los últimos segundos llegaría la expulsión de Hormigo, con una clara provocación de Iván Alejo, pero esto ya fue anecdótico, aunque desagradable, porque no quedaba tiempo para más. La derrota del Granada debe servir para obtener mensajes positivos con los que aprender. Primero que el equipo puede hacer el mejor fútbol de la categoría, que con las manos dentro del área hay que tener mucho más cuidado y que Jorge Pascual sabe meter goles. Teniendo todo esto claro, igual los de Los Cármenes pueden ganar al Zaragoza el domingo que viene.