Esta poderosa oración está dedicada a quienes han dado lo mejor de sí en una relación, pero enfrentan el dolor de una despedida. En ella, pedimos a Dios que nos otorgue la serenidad para aceptar la decisión de la otra persona, la fortaleza para gestionar nuestras emociones con gracia, y la luz del amor propio para seguir adelante con dignidad. Con fe, confiamos en que todo está en las manos de Dios, y que su plan para nosotros siempre será perfecto.