Nunca lo he olvidado.
Entonces yo tenía 16 años y vivía en un pueblo de la inmediaciones de Barcelona.
Recuerdo que era el mes de noviembre, pero lo que no consigo es recordar porqué habíamos cogido por aquella carretera estrecha, tortuosa y aunque estaba asfaltada, hacia muchos años que no se pavimentaba y estaba llena de socavones.
Aún recuerdo el frío, el abrigo puesto, la cara fria y la nariz dolorida y enrojecida. Las manos seguían la misma sintonía que el resto del cuerpo, frías y los dedos algo entumecidos.
La noche era clara, y digo noche por que recuerdo que era sobre las ocho y media más o menos.
Hacia poco que mi hermano se había comprado el coche y como te cuento, si recuerdo que nos subimos al coche en una barriada alejada del pueblo por aquel entonces pero no porqué íbamos por aquella carretera que nos llevaba al pueblo colindante.
Mi hermano conducía y yo iba en el copiloto. Los cristales aún estaban empañados por la humedad que calaba hasta los huesos.
Habían transcurrido unos 5 minutos desde que arrancó el coche y comenzó a salir el aire mas o menos tibio de la calefaccion, mientras mi hermano le daba con un trapo seco al cristal delantero para poder ver.
Iniciamos entonces el trayecto, salimos de aquella barriada y nos dirigimos hasta un cruce donde solo podías ir hacia la derecha, dirección al pueblo, o hacia la izquierda, dirección al siguiente pueblo.
Delante de nosotros quedaba un pequeño edificio de la policía local. Era la última iluminación que se podía observar antes de adentrarnos en la carretera. Posteriormente nos adentramos por la montaña, quedando todo a oscuras.
Habríamos recorrido unos 400 metros aproximadamente desde que dejamos atrás el edificio de la policía local y los cristales laterales del coche aún empañados chorreaban por el cambio de temperatura.
Recuerdo a mi hermano darme el trapo con el que había secado el cristal delantero y también su lado de la Luna del conductor para que también secase mi lado. Fué en ese cuando tras haberlo secado se lo devolví nuevamente y al recostarme en el sillón observé dos luces en el cielo.
Una roja, la otra roja pero menos intensa.
Comencé a mirar fijamente aquellas dos luces que se encontraban a poca altura, y aunque el coche zigzagueaba por las curvas pude observar como aquellas dos luces se colocaban encima del coche a unos 50 metros de altura más o menos, como si nos observarán durante unos pocos minutos, después las luces se apagaron de repente.
Fué algo extraño, porque justo se apagaron cuando nos cruzamos con dos vehículos que venían por el sentido contrario.
Después observé pero ya no se veia absolutamente nada, solo el cielo despejado.
Después de aquello me dio por pensar que tal vez lo que había visto era un avión o un helicóptero, pero ninguno de aquellos dos objetos llegó a cuadrarme.
¿Qué avión sigue a un coche?¿Qué helicóptero se acerca y no hace ruido?¿y porqué se apagó cuando pasaron los otros coches?
30 años después aún sigo buscando una explicación.