Padre Carlos Yepes

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Acompáñanos en esta hora de La Divina Misericordia y clama a Jesús, diciéndole: “Jesús en ti confío, ten misericordia de mi.”

Amén Comunicaciones y Padre Carlos Yepes te invitan a rezar el Santo Rosario, la oración más querida por María.

La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (ver 1 Cor 15,14), y revive el gozo de María, quien experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado.

Amén Comunicaciones y Padre Carlos Yepes te invitan a rezar el Santo Rosario, la oración más querida por María.

Meditar los misterios "gozosos" significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana. En su sentido más profundo, significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el preanuncio del misterio del dolor salvífico.

Amén Comunicaciones y Padre Carlos Yepes te invitan a rezar el Santo Rosario, la oración más querida por María.

Hoy contemplaremos los misterios dolorosos. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. Los misterios dolorosos llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.