El 8 de septiembre de 1939, una semana después de la invasión nazi de Polonia, las tropas blindadas alemanas llegaron a las puertas de Varsovia. El gobierno polaco y el Alto Mando habían abandonado la ciudad, pero una guarnición decidida esperaba al invasor enemigo y los polacos pudieron evitar dos intentos alemanes consecutivos de tomar la capital mediante un ataque blindado. Así comenzó un asedio que duraría tres semanas y sometería al Ejército de Varsovia de más de 100.000 y a la población civil de más de un millón a una despiadada campaña de bombardeo aéreo y fuego de artillería pesada, causando miles de bajas y destrucción generalizada. Fue una batalla desesperada que solo podía terminar en derrota y el 27 de septiembre la guarnición polaca capituló.