Cuando las tormentas de la vida nos sacuden perdemos la capacidad de descansar en la fe, y en nuestra impaciencia queremos despertar a Dios quien, según creemos, está dormido. Dios poder de calmar las tormentas de tu vida. Más aún: por ser Dios mismo, tiene la voluntad y el poder de resucitarte a una nueva vida, santa y eterna.