La gracia de Dios es como un piloto automático que nos lleva al cielo, pero a menudo somos tentados a desactivarla y hacer las cosas a nuestra manera. El escritor de Hebreos nos advierte que una vez que se desactiva la gracia, es imposible volver a ella. En el capítulo 5 de Hebreos, se nos insta a progresar en la gracia y a no quedarnos como niños en la fe. El capítulo 6 nos anima a avanzar hacia la perfección cristiana, conociendo más a Cristo y teniendo más fe en Él, y evitando creer que nuestras obras nos harán más amados por Dios. Finalmente, se habla sobre el peligro de la apostasía, la cual es fatal, y que no se puede disfrutar de la gracia de Dios y luego volver a la religión de las obras. Es imposible ser salvo por méritos propios, ya que nuestra propia justicia es insuficiente.