EL PODER DE LAS DECISIONES PT 2

Sin importar lo que decidas hacer con tu vida, tu cuerpo se va a desgastar tarde o temprano, ¿no crees que lo mejor es que se desgaste sirviendo al Señor?, si nos agotamos que sea por liberar en los encuentros, por sanar a las personas, por discipular a la gente.

¡No hay ninguna excusa válida para dejar de servir al Señor!

EL PODER DE LAS DECISIONES PT 1

Hay ciertas cosas en las cuales Dios está en control, pero en otras depende de nuestras decisiones.

¡Tus decisiones crean tu futuro!

Por eso toma la decisión de:

1. La decisión de edificar tu fe.

2. Decisión de estar en el lugar de tu asignación.

3. La decisión de tener un lugar secreto para honrar al Espíritu Santo.

Tu decides qué hacer con lo que Dios te diga.

¿CÓMO ROMPER LA ATADURA DE LA FALTA DE ORACIÓN?

Cuando no oramos perdemos las fuerzas y las cosas se salen de control, llegamos al estado de no experimentamos victorias continuas por esa falta de oración. Los discípulos sabían esto y por ello le pidieron a Jesús que les enseñara cómo orar.

Cada vez que queremos orar, el diablo presenta 3 obstáculos para no hacerlo:

1. Distracciones

2. Los problemas

3. Por ataduras espirituales

Porque no quiere que la oración te devuelva:

1. El discernimiento

2. La ayuda y entrega al Espíritu Santo

3. Te eleva a nuevas alturas

Si buscas a Dios vas a prosperar, la intimidad con Dios activa todas las bendiciones.

¡Llegó tu tiempo! Es tiempo de AFIEMI: ¡Suelta, PERDONA! ¡Deja ir! ¡Sé libre!

¿Qué hacer con una ofensa? Soltar. Hoy debes tomar la decisión de perdonar y soltar a quien te hirió. El perdón no es para otros, ¡es para ti! Es abandonar el resentimiento y la amargura y pasar la página de ese capítulo. ¡Es un acto del corazón! AFIEMI desata la bendición de Dios. Cuando dejas ir la ofensa, Dios abre los cielos. El perdón no es una aprobación de sus, ni justificación, ni un indulto al ofensor, el perdón no es dado a otros es un beneficio para ti. No perdonas porque la persona se lo merezca, tú mereces una vida libre y en paz, ¡AFIEMI!