¿Cómo sonaría un crooner que separa temporal y espiritualmente
la frontera entre los millennials y la Generación Z? ¿Qué pasaría si Fito Páez
en vez de tocar en el “Piano Bar” de Charly García hubiera tocado en el “apostrophe”
de Frank Zappa? ¿Y si Gustavo Pena ‘El Príncipe’ se hubiese colado en la “Peluca
Telefónica” de Charly García, Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar? ¿Y
si Paul Higgs fuese, acaso, una suerte de trovador art-pop que se mueve a gusto
tan cerca de la música de la Nintendo 64 como de una jam sesión grabada en
casete entre Adam Green, Alien Tango y Ariel Pink?
Paul Higgs parece responder a toda esta abrasiva manga de
preguntas retóricas en “Astucia”, no solo su nuevo álbum en solitario en
paralelo a su trabajo como líder de Algodón, sino también un ejercicio que se siente
pariente de una generación que parece estar deconstruyendo el registro del rock
rioplatense; sino que lo saca a la estratosfera de lo indescifrable, lo
indefinible, lo mutante.
El uruguayo residente en Buenos Aires no solo no niega,
sino que resalta su deuda con el sonido de Fito Páez (al que, en
una entrevista reciente, se ha postulado para producirle dos canciones) o
el Eduardo Mateo de los años ’80; pero también hay que entenderlo como un
compañero generacional de otros artistas que basculan entre la deconstrucción y
reconstrucción del rock argentino y uruguayo de aquella época, como puede ser
el caso de Simón Poxyran, Luca Bocci, GULI o dinastía.
Y de esos polvos, un lodo fresquísimo y alucinado. Diez
canciones, veinte minutos y un marco de referencias híbrido. Cuando parece
descubrir canciones perdidas del “La La La” de Spinetta y Páez (“Ave Roja Latín”
o “Naranjas de Valencia”) como cuando sale a la caza del rock setentero de
Manal o Pappo’s Blues (“Suerte Felina & Desenfado”), del Gustavo Pena más volado
(“Neruda & Coraje”) o de un Fito Páez autotuneado y aftertrapero (“Diastema”
o “La base de trap”), Paul Higgs se convierte en un cazador imprevisible,
que apunta a una referencia para dar en la diana de otra diametralmente opuesta.
Alan Queipo