No debemos temer, bajo ninguna circunstancia, aunque nuestra vida este en total riesgo de muerte, en realidad, a quien debemos de temer es a Dios, porque es Dios quien determina la verdadera muerte en la eternidad, que es la del alma.
Agrademos a Dios, y glorifiquemos su nombre porque el nos ha puesto nombre y le pertenecemos. Bendiciones.