El principal obstáculo es la tradición estatista sobre la industria que permite al gobierno de turno la administración arbitraria y discrecional de la renta petrolera que reparte como un mecanismo de dominación para premiar a sus incondicionales, comprar a los indecisos y castigar a sus adversarios u opositores. Así, la debilidad organizativa del poder ciudadano que, sin recursos ni instituciones sólidas, es sometido y dominado por el Estado rentista, dando origen a una relación desequilibrada y clientelar en la que las familias, empresas e instituciones no gubernamentales pugnan por el reparto de la renta, sin exigir cuentas ni transparencia en el manejo de la misma