Quien no lo conozca y se deje llevar solo por su música
publicada con su propio nombre podrá pensar que es un recién llegado… pero nada
más lejos de la realidad. Pedro Sá ha formado parte de las bandas de Gal Costa,
Maria Bethania o Adriana Calcanhotto; pero, sobre todo, se dio a conocer por
formar durante varios años de la Banda Cê de Caetano Veloso, en la que no sólo
fue guitarrista, sino el productor de álbumes elementales del repertorio del
bahiano en este siglo como “Cê”, “Zii e Zie” y “Abraçaço”.
Pero ha sido hace tan solo unas semanas que las canciones
de “Um”, casi una especie de onomatopeya que define el universo sonoro que
convive en su cabeza, se han puesto en circulación.
Un cancionero centrado en la guitarra y voz, pero
completamente alejado de los estereotipos cantautoriles: se
acerca a la bossa por la vía digital, trata la guitarra como si fuese un bajo,
se inspira en un marco de referencias que conecta con el espíritu de Arto
Lindsay, John Frusciante o Eduardo Mateo y construye las canciones desde el
reverso psicodélico de la tropicália posmoderna.
Tanto cuando entra en una barrena de loops monotonales
para edificar una canción impredeciblemente imperativa (“Pare de correr”) como
cuando firma una suerte de canción de autor en clave jazz y suite psicodélica (“Dia”),
como cuando se arranca con una pieza incidentalmente funky a lo Red Hot Chili
Peppers de su era ácida (“Colapso”), como cuando deconstruye la bossa nova
desde las inyecciones digitales (“Um Conselho”), cuando se acerca al blues
brasileño (“Quem”), cuando suena a una suerte de Jorge Drexler de la vía láctea
(“Ha Úm”) o cuando compone un hit-antihit (“Maior”), Pedro Sá está dando con
algo que desconocíamos, pero que ahora vive para siempre.
Alan Queipo.