La oscuridad atrae más oscuridad porque, cuando te sumerges en ella, es fácil perder de vista la luz que aún existe, aunque sea tenue. Los pensamientos negativos, el miedo o el resentimiento tienen una manera de multiplicarse, como si fueran ecos que resuenan en un vacío, llamando a más de lo mismo.

No se puede compartir plenamente con otro lo que no has descubierto dentro de ti. Conocerte, aceptarte y abrazar tus fortalezas y vulnerabilidades es el primer paso para construir conexiones significativas.

Tener un lugar para reflexionar es como encontrar un santuario interior, un espacio sagrado donde el ruido del mundo se disipa y solo queda el eco de tu propia verdad.

Para tener verdadero enfoque, debemos estar dispuestos a explorar nuestra propia oscuridad. Es en esos momentos de duda, miedo o incertidumbre donde se esconden las lecciones más poderosas. Reflexionar en nuestras sombras nos permite entender mejor lo que nos detiene y lo que necesitamos para avanzar.

Para construir resiliencia y consistencia, es esencial reconocer que el progreso no se logra de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere paciencia y disciplina, tomando un paso a la vez. Cada pequeño avance, por insignificante que parezca, contribuye a algo más grande.

A veces nos aferramos a la idea de tener el control sobre cada aspecto de nuestras vidas, luchando contra la corriente por miedo a lo desconocido. Pero, ¿y si soltar el control nos abre caminos que no habíamos imaginado?

Esta reflexión nos invita a distinguir entre justificar nuestras acciones y comprenderlas. Las excusas son defensas que usamos para evadir la responsabilidad, mientras que las explicaciones buscan entender el origen de nuestros comportamientos.

Cuando nuestros hijos están deprimidos y, quizás, generándose lesiones en su propio cuerpo, para nosotros los padres es muy difícil y nos sentimos culpables. Mi hija tuvo que vivir la mitad del tiempo conmigo y la mitad del tiempo con su padre. Esto para ella no funcionó y la condujo a sufrir una depresión muy fuerte.

Frente a esta situación yo empecé a educarme sobre, ¿Cómo ella había llegado a ese estado? ¿Cómo podía ayudarla? Y ¿Cómo estaba contribuyendo a empeorar o a mejorar su estado? Busqué muchos tipos de terapia y encontré como la mejor alternativa la DBT (terapia dialéctico-conductual). Pese a estar en diferentes extremos, esta terapia me unió a mi exesposo para buscar lo mejor para mi hija.

Una de las principales herramientas de esta terapia es la validación de los sentimientos. A través de ella, es posible generar un espacio de comunicación abierta. Aunque fue muy fuerte todo el proceso con mi hija, aprendí a no juzgarla y pude conectar con el corazón de mi hija. Recorre junto a mí un camino de aprendizaje y esperanza para proteger a tus hijos.

Esta reflexión nos invita a entender que, muchas veces, las palabras no son suficientes para transmitir lo que realmente sentimos, pensamos o queremos.

La zona de confort es un espacio familiar y seguro donde evitamos riesgos y dificultades, pero también es una prisión silenciosa. Nos protege de lo desconocido, pero a la vez nos encierra en una rutina que limita nuestro crecimiento. Al permanecer en ella, sacrificamos la posibilidad de descubrir nuevas capacidades y alcanzar metas más altas.