Este es mi siervo, a quien sostengo,
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu
y llevará justicia a las naciones.
No clamará, ni gritará,
ni alzará su voz en las calles.
No acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha que apenas arde.
Con fidelidad hará justicia;
no vacilará ni se desanimará
hasta implantar la justicia en la tierra.
En su enseñanza las costas lejanas pondrán su esperanza