El sermón en el Pórtico de Salomón, centrado en la curación del cojo, revela cómo Pedro utiliza un milagro para confrontar a los judíos con su responsabilidad en la muerte de Jesús, señalando que la sanidad no proviene de su poder, sino del nombre de Jesucristo, quien fue crucificado, resucitado y glorificado por Dios. A través de un llamado al arrepentimiento, Pedro enfatiza que la salvación no está en las obras humanas ni en el mérito personal, sino en la fe en Cristo, cuya muerte y resurrección son el fundamento de la redención. El mensaje subraya que el Espíritu Santo, dado en Pentecostés, permite ver lo que antes era ignorado: que Cristo es el autor de la vida, el único camino al Padre, y que la verdadera santidad y transformación vienen de Dios, no de la humanidad. La predicación no busca gloria propia, sino dar toda la honra a Cristo, recordando que todo poder, sanidad y vida espiritual provienen de Él, y que la verdadera fe se manifiesta en arrepentimiento, obediencia y una vida transformada por la palabra de Dios.