‘Ancestras’ es la obra cumbre de una de
las artistas más importantes de la música en Colombia. A sus 82 años Petrona
Martínez firma un trabajo con sabor a legado para las nuevas generaciones
que arranca con un testimonio sobre los recuerdos de la primera composición que
hizo en su carrera y cierra con una reflexión sobre el futuro del bullerengue,
un ritmo que es todo un símbolo de la comunidad afro del Caribe colombiano y que
ella ha contribuido a engrandecer.
El disco recorre los sonidos que han marcado su
trayectoria (bullerengue, pero también chalupa, son palenque y fandango)
con la participación de otras voces de mujeres que ensanchan el alcance de estos
ritmos mezclándolos con los del litoral Pacífico (junto a Nidia Góngora), la
timba cubana (Aymee Nuviola), la cultura mariachi (Flor de Toloache), el
afrobeat (Angelique Kidjo) y hasta el jazz (Brianna Thomas).
Este trabajo ha sido posible gracias a la
visión y encomiable labor del productor Chaco, una figura
esencial en la recuperación del folclore del Caribe colombiano con trabajos recientes
sobre la importancia de
la caña de millo en la cumbia y las voces anónimas del
bullerengue, la reinterpretación del cancionero de Petrona a
través de la electrónica o la reivindicación del icono Magín Díaz.
“Después de Petrona Martínez, no habrá
otra igual”, dice la cantante con humor (y cargada de
razón). Pese a su delicada salud (en 2017 tuvo que retirarse por un tiempo por
complicaciones cardiovasculares), su legado está a salvo gracias a parientes
cercanos como su hija Joselina Llerena Martínez (segunda voz en su
agrupación, además de compositora y tamborista) o su hijo Álvaro Llerena, quien
toca el tambor alegre.
Es un grito de resistencia contra el
olvido de una tradición ancestral que ha ido pasando boca a boca de las abuelas
a las madres y de éstas a las hijas dentro de la comunidad. “Hay
talentos en la música que se están perdiendo. Yo le digo a las hijas mías que
no se van a ganar nada por ponerse de luto y llorarme cuando yo me vaya. La
alegría mía es que sigan para que esto que yo estoy haciendo no se pierda”,
sentencia la maestra, portavoz de esa resiliencia frente al dolor que es
puro Caribe (ella las llama las penas alegres) con himnos como ‘La vida vale la
pena’.
José Fajardo