Las empresas del sector servicios en general, y los campos de golf en particular, se mueven en el dilema entre la atención personalizada al cliente, y la atención automatizada, más asequible y barata.
La tecnología, la inteligencia artificial, y la dependencia de las pantallas como vehículo prioritario de comunicación, agranda la brecha entre estos dos mundos. Sin embargo, como en tantas cosas la virtud podría estar en el punto medio.