La verdad comienza a salir a la luz cuando en la radio se confirma que las balas responsables de las muertes civiles pertenecían al ejército. La hermana de la niña intensifica sus esfuerzos para obtener respuestas y confronta públicamente al comandante en una conferencia de prensa, exponiendo su ira e impotencia. Mientras tanto, el soldado, al escucharla, comprende que ella es la hermana de la niña que mató. En un encuentro lleno de dolor y confesiones, el soldado le revela la verdad entre lágrimas. Sin embargo, su confesión no pasa desapercibida: el comandante, dispuesto a silenciarlo, irrumpe en el lugar y apunta su arma, disparando sin que se sepa quién fue alcanzado.