Era joven. Era rico, y era sumamente religioso, pero estaba equivocado. Pensaba que tenía todo lo que necesitaba para llegar al Cielo, pero Cristo le mostró que no estaba justificado delante de Dios.

Josué envió dos espías o exploradores a la ciudad de Jericó. Estos llegaron a la casa de Rahab, una mujer inmoral pero que creyó que el Dios de los hebreos les había de entregar la ciudad. Este episodio muestra que aún entre los gentiles Dios puede salvar a los que creen en Él.

Algunas personas trajeron los niños a Jesús para que el Señor pusiera Sus manos sobre ellos y los bendijera, pero los discípulos trataban de impedirlo. El Señor los reprendió y les dijo «Dejad a los niños venir a Mí, porque de los tales es el Reino de los Cielos».

Cuando Dios designó a Josué como sucesor de Moisés, le dio promesas para animarle en su misión. También le pidió que no se apartara del Libro de la Ley, es decir, de Su Palabra, la que dio a través de Moisés para guiar al pueblo.

Josué es el primer libro de los seis conocidos como PROFETAS ANTERIORES en la Biblia Hebrea. Contiene 24 capítulos en los que narra la conquista de la Tierra Prometida bajo la valiente dirección de Josué, sucesor de Moisés nombrado por Dios.

El el Sermón del Monte (Mateo 5) el Señor mencionó el tema del divorcio. En el capítulo 19 es abordado por los fariseos, que quisieron «tentarlo» con una pregunta capciosa acerca del mismo tema. Escuche lo que Jesús contestó a aquellos fariseos.

Una nueva generación había estaba en las llanuras de Moab, y debían prepararse para cruzar el Jordán y entrar a conquistar la Tierra Prometida. Moisés realizó un nuevo censo del pueblo y de los levitas, antes de morir en la cima del monte Nebo, donde Dios le mostró la Tierra a la cual no entró.

Enseñando acerca de la humildad, el Señor explica los pasos a dar cuando uno se siente ofendido por otro dentro de la iglesia.

Balac, rey de Moab, contrató a Balaam, una especie de profeta, que por paga estaba dispuesto a maldecir a Israel. Pero en tres ocasiones lo bendijo, en lugar de maldecirlo, pues Dios ponía en su boca la bendición.

Este es el cuarto gran discurso de Jesús que aparece en el evangelio de Mateo. En este el Señor enseña en cuanto a la humildad.