En Jueces 7:9-23 encontramos una batalla y una victoria singular, entre las muchas que Dios le dio al Israel. Pero quizá la principal batalla que vemos aquí fue en la mente de Gedeón: el temor, el sentido de insignificancia por su condición familiar y personal, lo desigual de las fuerzas en combate, la dependencia de la fuerza en el número de soldados, entre otras; para lo cual Dios se convirtió en su mentor personal. Podemos atesorar en este proceso la bondad de Dios, que no nos desecha aún a pesar de nosotros mismos, porque la suficiencia es suya. Que persiste con nosotros porque su compromiso es completo. Por eso dice la Escritura: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en cada uno la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Filipenses 1:6