La mentalidad comunista está instalada en Europa y Estados Unidos más de lo que se piensa, no solo en la educación, sino en la cultura y en los medios de comunicación. El espíritu leninista persiste en el recelo general al capitalismo, la legitimidad otorgada a los movimientos sociales -a los que se cree más representativos que cualquier institución reglada-, la capacidad de sacrificar la libertad a cambio de tener un Estado paternalista, el encauzar el arte a través de las subvenciones -no existe realmente la contracultura-, el nuevo puritanismo moral, la aceptación de la arbitrariedad gubernamental, el estatismo creciente para reglamentar la vida privada, el repudio al individualismo en aras del bien común definido por los dirigentes políticos, o el discurso contra la desigualdad.

El éxito del comunismo ha estado en hacer una cosa distinta de lo que predicaba. De esta manera, una generación tras otra ha considerado que del fracaso comunista siempre se podían salvar las ideas...

Publicado en La Razón el 16 de enero de 2021

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