La adquisición de una vivienda por parte de los jóvenes es casi un espejismo. En el camino que les llevaría a cumplir este objetivo hay dos grandes obstáculos insalvables: unos salarios por los suelos y la baja capacidad de ahorro, lo que les limita gravemente a la hora de pedir financiación para adquirir un inmueble donde establecer su hogar. De esta forma, a finales de 2019, menos de 4 de cada 10 españoles menores de 30 años vivían en una casa en propiedad o pagaban una hipoteca, según el Observatorio de Emancipación Juvenil del Consejo de la Juventud de España. No obstante, pese a los problemas que padece, este público resulta atractivo para los bancos, ya que estos, a través de los préstamos hipotecarios, buscan captar nuevos clientes que se queden por un período de tiempo muy largo, hasta la extinción completa de la deuda. Por ello, algunas entidades promocionan hipotecas diseñadas especialmente para los jóvenes.
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