Ciertos barrios de la antigua Roma eran conocidos por su inseguridad. Tanto en época republicana como imperial acumulaban insalubridad, incendios o epidemias y tenían una población muy numerosa y modesta. Los criminales, sin embargo, preferirían esconderse fuera de la ciudad, en zonas insalubres o necrópolis, y en las tabernas. La noche y la celebración de juegos fueron momentos propicios para actos vandálicos, y las crisis políticas o el descontento popular por las faltas de aprovisionamiento, podían provocar graves disturbios. Miguel Ángel Novillo López, profesor de Historia Antigua en la UNED