Podríamos clasificar las religiones como monoteísmos, dualismos, politeísmos, etc. El maniqueísmo es una representación paradigmática de un dualismo radical, pues defiende la existencia de dos principios completamente originarios que no dependen el uno del otro, sino que existen desde la eternidad como entidades separadas: el principio positivo, el Bien o la Luz, y el principio negativo, el Mal o la Tiniebla. El maniqueísmo solo considera divino al principio luminoso; el principio del Mal o la Tiniebla no es divino ni digno de adoración, sino una realidad demoníaca.
Fernando Bermejo Rubio, profesor de Historia Antigua en la UNED.
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