Antes yo escuchaba decir y también repetía: Esto o aquello va a pasar cuando Dios quiera. Solo tengo que esperar en Dios, sin hacer más nada, pero con el tiempo he aprendido que nosotros hacemos que las cosas pasen. debemos ser diligentes ante una Palabra de Dios para nuestras vidas: Un ejemplo de esto es Salomón, cualquiera diría: Salomón fue rico porque Dios le dio riqueza, pero olvidamos que también fue rico porque Dios le dio sabiduría.¿Cómo? Así es: Salomón usó la sabiduría que Dios le dio para levantar un imperio como ningùn otro en cuanto a esplendor y riquezas. Dice la Biblia que El intercambiaba diferentes materiales y animales, contrataba a los mejores para las obras de construcción y artesanía, tanta fue su fama que muchos hasta de otros reinados viajaban hasta su palacio para conocerle. Otro ejemplo de esto está en la Parabola de las 10 vírgenes: 5 fueron insensatas y dejaron que pasara el tiempo y no llenaron de aceite sus lámparas, mientras que las otras 5 se prepararon ante la promesa del novio que vendría; al final todos conocemos la historia: solo entraron a las bodas las que fueron diligentes y habían llenado sus lámparas. No es lo mismo paciencia que pereza, no es lo mismo ser desesperado que ser diligente. Hoy el Señor requiere de nosotros diligencia cuando nos da una palabra: El dice, y nosotros preparamos el terreno para que caiga la bendición. El mismo Salomón dijo en Eclesiastés 9:10:
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.