Miles de asesinatos en las fronteras militarizadas de los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla. Torturas en prisiones y comisarias. Perfilación racial en las calles. Lawfare y criminalización contra todo aquello que suene a disidencia. Espionaje a activistas. Censura, brutalidad policial, legislación racista disfrazada de antiterrorismo, ilegalización de movimientos democráticos. Esta es la realidad del Estado español. En los últimos años, han surgido valientes estudios adentrándose en estos y otros crímenes de Estado, que por su frecuencia y rutinización hablan más de un sistema violento de dominación que de excepciones a la norma democrática.