Antes de que Los Espíritus se convirtiesen en uno de los
proyectos del underground argentino con mayor proyección mundial, y en un grupo
considerado como una suerte de “The Doors argentinos”, Maxi Prietto era
conocido por formar parte de un proyecto de una mística psicodélica con uno de
los mejores nombres posibles: Prietto viaja al cosmos con Mariano.
La expansión de Los Espíritus hizo que Maxi Prietto se
dedicase más a su segundo proyecto que al primero, y que el dúo que conformaba junto
a Mariano Castro entrase en una fase diferente: casi el de proyecto de culto,
ofreciendo uno o dos shows en Buenos Aires al año, sin publicar música nueva casi
desde hace una década (apenas un single, “Los puedo viajar”, hace siete años) y
convirtiéndose en un proyecto cuya genética cósmica y mística se elevó hacia el
terreno de lo inimaginable.
Por suerte, la hiperactividad creativa de Maxi Prietto,
que en los últimos dos años lo encontró publicando un álbum largo y cuatro EPs
con Los Espíritus y dos álbumes y un serial de EPs y singles como Prietto;
también lo encuentra ahora resucitando discográficamente a Prietto viaja al
cosmos con Mariano, quienes se han vuelto a encontrar en un estudio recuperando
esa química despojada.
Se trata de canciones tocadas mirándose a la cara,
solo batería, guitarra y voz, con el rock anguloso como vaso comunicante de un
repertorio urgente: nueve cortes y poco más de veinte minutos, en los que es
inevitable pensar en el sonido de aquel rock argentino cósmico de los años ’70 como
Pescado Rabioso, Manal, Vox Dei o Aquelarre, pero también a ese sonido del
underground porteño de los ’90 y principios de los 2000 con estandartes de un
nuevo rock líquido como Pez o Pequeña Orquesta Reincidentes.
Canciones que, a diferencia del que fue su ambicioso e
inabarcable último álbum, el doble “Le Prièt Vaha-chosmos E-ba Con maourian!!!”,
de 28 temas y múltiples capas; en este se desplazan sin grandes vértigos, acabadas
en el momento de tocar, cargadas de una poética cósmica, de una suerte de jam jazz-rockera,
elemental, elevada. Urgente, como la necesidad que teníamos de que volviesen.
Alan Queipo.