Cineasta y antropóloga de formación, la

compositora paulista Priscilla Ermel es una estudiante de toda la vida de la

música universal. Desilusionada con la música clásica europea contemporánea,

pasó largos períodos viviendo con poblaciones indígenas en Brasil, recolectando

instrumentos que luego combinaría con sintetizadores y grabaciones de campo.

Integró el ritmo lento del Tai Chi en una música que se conecta íntimamente con

una multiplicidad de culturas al mismo tiempo que refleja inequívocamente su alma

brasileña. Su música combina sonidos de la historia de su país y sus propias

exploraciones sonoras abriendo un espacio donde convergen lo antiguo y lo

nuevo.