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La betametasona, un glucocorticoide sintético de alta potencia, representa una herramienta terapéutica fundamental en el manejo de dermatosis inflamatorias como eccemas, psoriasis y dermatitis alérgicas. Sin embargo, su uso prolongado o inadecuado se asocia con un riesgo significativo de proliferación fúngica secundaria, particularmente en contextos de inmunosupresión local y alteración de la barrera cutánea. Este fenómeno surge de la interacción compleja entre las propiedades antiinflamatorias del fármaco, la modulación de la respuesta inmune cutánea y la disrupción del microbioma dérmico. La evidencia clínica demuestra que hasta el 18% de los pacientes que reciben terapia tópica con corticosteroides de alta potencia desarrollan infecciones micóticas superpuestas, siendo las especies Candida y dermatofitos los principales patógenos implicados
By SCOTTxRTLa betametasona, un glucocorticoide sintético de alta potencia, representa una herramienta terapéutica fundamental en el manejo de dermatosis inflamatorias como eccemas, psoriasis y dermatitis alérgicas. Sin embargo, su uso prolongado o inadecuado se asocia con un riesgo significativo de proliferación fúngica secundaria, particularmente en contextos de inmunosupresión local y alteración de la barrera cutánea. Este fenómeno surge de la interacción compleja entre las propiedades antiinflamatorias del fármaco, la modulación de la respuesta inmune cutánea y la disrupción del microbioma dérmico. La evidencia clínica demuestra que hasta el 18% de los pacientes que reciben terapia tópica con corticosteroides de alta potencia desarrollan infecciones micóticas superpuestas, siendo las especies Candida y dermatofitos los principales patógenos implicados