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En un laboratorio conjunto entre la Universidad de Cambridge y el University College de Londres, un grupo de ingenieros ha dado un paso revolucionario hacia el futuro de la robótica: una piel artificial elástica, hecha a base de hidrogel, que permite a las máquinas detectar presión, temperatura y lo que podría describirse, en términos funcionales, como "dolor físico". Esta innovación, pionera en su campo, va más allá de lo técnico y plantea una cuestión fascinante que hasta hace poco era solo material de ciencia ficción: ¿pueden los robots llegar a sentir de forma comparable a los humanos?
By AbbcastEn un laboratorio conjunto entre la Universidad de Cambridge y el University College de Londres, un grupo de ingenieros ha dado un paso revolucionario hacia el futuro de la robótica: una piel artificial elástica, hecha a base de hidrogel, que permite a las máquinas detectar presión, temperatura y lo que podría describirse, en términos funcionales, como "dolor físico". Esta innovación, pionera en su campo, va más allá de lo técnico y plantea una cuestión fascinante que hasta hace poco era solo material de ciencia ficción: ¿pueden los robots llegar a sentir de forma comparable a los humanos?