La reciente propuesta del presidente Macron de discutir el despliegue de armas nucleares francesas en otros países europeos ha generado un intenso debate sobre la autonomía estratégica de la Unión Europea y la defensa frente a la deriva imperialista de Rusia. Tradicionalmente, la doctrina nuclear francesa se basa en proteger sus intereses vitales, pero extender esta protección a otros miembros de la UE plantea desafíos políticos y militares, además de cuestionar la soberanía francesa, ya que Macron ha condicionado esta posibilidad a mantener control total sobre el uso de las armas y a que los países anfitriones asuman los costos. Esto podría afectar la percepción de una disuasión verdaderamente europea y poner en duda la cohesión de la política de defensa común. Desde la perspectiva de la seguridad, una extensión de la disuasión nuclear francesa podría actuar como elemento disuasorio frente a las ambiciones rusas, pero también podría tensar las relaciones transatlánticas y debilitar el papel de la OTAN. Además, la aceptación de esta iniciativa por parte de países como Alemania, Polonia o Italia dependerá de sus intereses y percepciones. En un contexto de creciente tensión geopolítica, fortalecer la autonomía estratégica de la UE requiere también medidas no nucleares, como una mayor cooperación en defensa y capacidades convencionales. La propuesta de Macron, aunque ambiciosa, enfrenta múltiples desafíos y riesgos que deben ser cuidadosamente evaluados para garantizar una seguridad europea sólida y cohesionada.