Las elecciones en Rumanía del 18 de mayo, marcadas por la sombra del Kremlin y la repetición del proceso electoral, reflejan una tensión geopolítica significativa en la región. Tras la anulación de los comicios de 2024, acusados de injerencias rusas y fraude, la victoria de Nicușor Dan, defensor del proyecto europeo, parece reafirmar la orientación pro-Bruselas del país. Este resultado puede interpretarse como un paso en dirección contraria a Moscú, fortaleciendo la posición de Rumanía dentro del eje atlántico y la OTAN, y enviando un mensaje claro de apoyo a la integración europea. La mayor participación, especialmente entre la diáspora rumana, indica un respaldo a las políticas proeuropeas y un rechazo a los discursos nacionalistas y euroescépticos. La diáspora, en este contexto, se posiciona como un contrapeso simbólico y político frente a estas tendencias. Aunque las acusaciones de fraude y las denuncias de interferencias, incluyendo las de Simion contra Moldavia, aún no han sido respaldadas con pruebas sólidas, reflejan la polarización y las tensiones en el proceso. La consolidación de Rumanía como socio fiable en la UE y la OTAN abre la puerta a un papel más activo en la región, con posibles pasos hacia la adopción del euro y la integración en Schengen en los próximos años.