La profecía presenta un desafío de Dios a la Unión Europea, a la ONU, al Nuevo Orden Mundial y, en fin, a la orgullosa pretensión de las naciones. Es de suponer que el propósito de los tratados políticos humanos sea el de la buena convivencia pacífica de los pueblos, pero la historia es testigo de que no siempre ha dado resultado. Las naciones de Europa, y del mundo, no podrán crear un quinto imperio que rija al planeta. ¡Así está escrito!