Ven a casa...
Y en mí boca tus manos, en mí cuerpo tus labios, desnúdame el pensamiento, más allá de lo que le digo al viento, vierte sobre mi piel tus saberes, recorreme con tu instinto, veamos juntos todos los amaneceres, y esos lugares que aún no hemos visitado, desde el sur hasta el norte, y desde el norte hasta el sur, mi lengua insaciable recorre toda tu superficie, rompe toda regla y encadename con tus brazos, que tus dedos se desplacen y estimulen su curiosidad con sus sutiles y firmes movimientos, se derrite una parte de mí. En mí cuerpo tus manos , en mi boca tus labios, que entre tu ciencia en mi conciencia y fluyamos con las dulces fragancias de la naturaleza, que cada movimiento contraiga mis muslos para absorber esa parte de tí. Que tu fiereza quiebre mis caderas con tu respiración en mi oído, para que nuestros latidos sean la música que va inundando el infinito.
Ven a casa que el desayuno te espera, mientras jugamos bajo la luna con el champagne, el chocolate y la crema chantilly, menta que se derrite en tus labios que me hacen gemir, haz de mi todo el abecedario, quédate por siempre aquí, yo soy feliz de besar cada lágrima y de nuevo verte sonreír. Complacerte en cada capricho es tan excitante que no me puedo resistir.
Eres el verbo encarnado. Recitame todos tus saberes y sumérgeme en todos tus placeres, en todas las dimensiones, somos solo tu y yo, tu y yo, ven a mí siempre, que yo estaré aquí, esperando por tí.