Mi cuerpo emite el eco de un corazón que late con ritmos armónicos, se mueven todas las piezas, mis manos y pies siguen el compás, Que varía según las estaciones, cada una de ellas con sus aquelarres,
Son eternos los amores!? Comienzan los autores, en el amor no hay pretensiones,
Puede que haya una ráfaga que haga girar las perillas descontroladamente, que la música no suene, que no se escuche más que un silencio ensordecedor, cómo cuando cada tarde el sol muere,
Puede que el frío congele sus sentidos, y su instinto se vea cercenado,
Puede que el calor derrita su exterior,
Que el otoño le haga perder su brillo,
Pero las fragancias de la primavera, siempre, siempre, Siempre le harán despertar del letargo,
la agonía brillará por su ausencia,
los besos anhelados son su recompensa,
Cuánto más podría hacer un corazón? ...
No existe un naufragio que no haya encontrado un lugar donde anclarse, algunos llegan a orillas de una isla desierta, otros se sumergen en las profundidades del océano, se pierden, se encuentran,
Se transforman. Cada cual con sus modos, cuando el amor mueve las manecillas, los latidos son el tempo ritmo que hace de las suyas, que a todo le dan sentido, son la vida misma en su esencia divina, dos almas que se funden al encontrarse,
Danza, danza, danza en primavera para que el sonido no se pierda, en suaves resonancias, la transparencia de su escudo lo revela, una mirada que deja al descubierto lo que fluye, cómo la sangre en las venas, como el río Sena, cómo el néctar que alimenta a un ave hambrienta,
Cada pulsación cuenta cuando se danza, no se pueden perder de vista los que se aman, aunque él Amazonas tenga un fuerte caudal, el corazón, siempre, siempre, siempre será escuchado por aquel a quién su amor está destinado.