La Revolución Industrial fue un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Comenzó en Inglaterra a finales del siglo XVIII y trajo consigo una oleada de innovaciones técnicas sin precedentes: la máquina de vapor, la hiladora mecánica, los altos hornos y los ferrocarriles transformaron la producción artesanal en manufactura masiva. Por primera vez, el trabajo humano fue sistemáticamente reemplazado por máquinas.
Este proceso modificó profundamente la estructura social. Millones de personas migraron del campo a las ciudades, dando origen a nuevas clases trabajadoras urbanas. El crecimiento económico fue impresionante, pero vino acompañado de desigualdades extremas: explotación laboral, condiciones insalubres y jornadas extenuantes eran la norma en las fábricas del siglo XIX.
Pese a sus sombras, la Revolución Industrial fue el germen del mundo moderno. Cambió la forma de producir, consumir y vivir. Su influencia se extendió primero a Europa y Estados Unidos, y después al resto del planeta, iniciando una nueva era de crecimiento demográfico, tecnológico y globalización sin retorno.
Fuentes: BBC History, Encyclopaedia Britannica, History.com, Museo de la Ciencia de Londres.