Jonás huye, pues no quiere entregar el mensaje de Dios a los paganos de Nínive. En realidad Jonás se muestra indiferente frente a los que no creen como él, pero de alguna manera terminó hablando sobre Dios frente a las personas que él evitaba.

Es difícil de creer que ante tamaña tormenta Jonás durmiera profundamente. Su accionar lo había desgastado y consumido sus fuerzas físicas y emocionales (Ira, ansiedad, culpa, etc). Todos oraban a sus dioses y Jonás dormía. Es llamativo que un capitán pagano reprenda al santo profeta de Dios y le exhorta a "clamar a Dios". Lo exhorta a que use su fe para el bien de todos.

Esto nos muestra que la fe privada es egoísta, pues no sirve para el bien de otros. Jonás es todo lo contrario al Buen Samaritano pues no se preocupa por el bien común de los no creyentes a su alrededor.

Es difícil de creer que Dios use a unos marineros paganos para hablarle a su profeta, para abrirle los ojos y vea la necesidad en la que se encuentran y que vea que incluso están abiertos a clamar al Dios de Israel. Es difícil de creer que estos marineros muestren más amor y respeto que Jonás por el prójimo, pues a pesar de enterarse que Jonás era el culpable de la tormenta, intentan hasta el final salvarle la vida.