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¿Quién y Qué se Considera Ser Verdaderamente Judío? Parte 5 La Neshamá manifestada evidencia de ser humano. Parte 3.


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¿Quién y Qué se Considera Ser Verdaderamente Judío? Parte 5
La Neshamá manifestada como evidencia mínima de ser humano. Parte 3.
Por David Saportas Liévano.
Abordar todo lo que pudiese inferirse toca aspectos explicativos de los significados de la neshamá, y mucho más si trata de allegarse a las comprensiones correctas de dichas explicaciones, por definición misma proveniente de la Torá, es una tarea imposible de abarcar en su completitud; pues la misma neshamá como soplo divino de vida a imagen y semejanza de Dios es de carácter infinito por la misma razón de la definición en asociación con la divinidad. Esta misma definición que se nos revela en la biblia en Genesis 1.27… “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, y también en Genesis 2.7… “Entonces Adonai Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente”. Entrar a explicar y demostrar que estos versículos se refieren a la “neshamá” como el “aliento divino” insuflado a “Adán HaRishón” como el primer “hombre” y precursor de lo que se debe deducir es el verdadero “ser humano”, implicando infinidad de secretos, no es el propósito de éste artículo, ni de la serie. Ello pertenece a otro énfasis disertativo de cosmología y secretos de la matrix estructural de la realidad y su sistema operativo. Aquí en esta serie de artículos el hincapié se hace sobre las características de la neshamá asociadas a nuestro estado actual de existencia y percepción de la realidad como diagnóstico y como definiciones de prerrequisitos de sintonía y equivalencia con la misma.
Hay un realidad que es sostenida por quien emite toda definición, toda palabra, todo concepto y por consiguiente toda manifestación. Ese quien sostiene la realidad, porque le da forma y vida a la palabra en infinitas manifestaciones es Dios. Pero que se entienda bien… Una cosa es el que emana y otra lo emanado. Dios NO es lo emanado. Lo emanado en lenguaje bíblico se llama SU NOMBRE. Toda su creación emanada de “su boca” es todo su propósito, toda su palabra, todo concepto, toda forma, toda realidad. El Nombre es la concretización de la potencialidad infinita de manifestación. En dicho potencial está la predefinición posible e infinita de toda la sabiduría de Dios. Un concepto contradictorio a nuestras limitadas capacidades de entendimiento. Se le denomina kabbalistamente como “Or Ein Sof”, la Luz infinita que abarca todas las posibilidades. La Kabbalá establece que Dios se auto conoce en el “Ein sof”. Ello implica que hace predefiniciones de lo que Él Es, o quiere Ser como Manifestación. Pero NO es Su Esencia; pues “antes” (si se permite la expresión “antes”) del “Ein Sof” está Su Esencia, lo Incognoscible. Dios por definición es Incognoscible, no tiene forma, no tiene definición alguna. En la Kabbalá se le llama “ATZMÚT”.
ATZMÚT es la esencia inmanifestable del Creador y su «lugar» está por encima de la palabra y toda articulación posible. De acuerdo con los maestros de la Kabbalá nada se puede expresar acerca de SU ATZMÚT, ya que no tenemos alcance alguno. Todo lo que digamos acerca de la ATZMÚT del CREADOR estará basado en meras suposiciones e imaginación, y la Kabbalá sólo trata de lo que el hombre tiene la potencialidad de alcanzar. Todo el vocabulario que maneja la Sabiduría de la Kabbalá no tiene realidad en Atzmút, es decir en la Esencia del Creador, sino sólo en la Luz que se expande desde EL, en Su manifestación. Por otro lado, el EIN SOF es el Infinito donde se encuentra el «programa de la Creación», cuya finalidad y voluntad es beneficiar a las creaturas infinitamente. “Ein Sof” es el «lugar» de encuentro entre la Esencia del Creador y la “Neshamá” (el Alma Divina del hombre), entendiendo este vínculo como la voluntad original de dar placer y completitud a todas las creaturas. Por lo tanto “Ein Sof” es el espacio de relación entre la Esencia del Creador, “Atzmút” y su Creación. Entiéndase la palabra “espacio” como un concepto metafórico referente al máximo punto de encuentro de dos realidades. La nuestra como potencial de regalo del Creador y la Divina.
El alma divina se llama “NESHAMÁ” y es aquella a la cual le está destinada toda la plenitud, beneficio y completitud contenidos en el “Ein Sof”. La Luz del Infinito / “Or Ein Sof”, al ingresar dentro del ámbito de la Creación adquiere voluntad y conciencia diferenciada, lo cual se traduce en diferentes seres y formas. Este proceso ocurre simultáneamente en todas las particularidades de la Creación, adoptando así la Luz del Infinito diversos grados e índoles. En el hombre estos grados de voluntad y conciencia conforman los diversos estratos del alma, llamados: Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jaiá y Yejidá. Como podrá advertirse se mencionan más niveles del alma. Dos de ellos son superiores a la “Neshamá”. Y dos son inferiores. El más bajo de todos es “Nefesh”. Este es el nivel que prevalece de forma casi totalitariamente en la actual “humanidad” caída. Es el alma animal; la de los instintos; la de nuestras percepciones sensoriales más primitivas y condicionadas que se vienen mencionando, y que damos por única opción e ideal humanista. Los niveles superiores a “Neshamá”, es decir los niveles del alma de “Jaiá y Yejidá” son de unificación con la Divinidad.
Sin entrar en detalles y explicaciones, cada alma viene a este mundo con su software particular definido y escrito acorde a su origen, su pasado cósmico, su karma, acorde a sus bendiciones y maldiciones particulares, familiares y ancestrales, acorde a destino y definición astral, a sus méritos o ausencia de ellos, a su tikun y particular y nacional, acorde a su genética bilógica heredada, acorde al nivel de su alma, su rectificación alcanzada, acorde a los retos de superación que se le impongan a dicha alma, al contrato firmado en mundos superiores o inferiores antes de encarnar, acorde a los designios y soberanía de Dios para definir todo aspecto en detalle con anticipación, y en perfecta justicia, pesar absolutamente toda variable en la balanza del juicio con verdad, acorde a las previsiones de bondad, misericordia o castigo que se definan en los tribunales celestiales, y acorde a mucho más que hace parte de las quizás incontables variables a ser consideradas.
Sea como sea, todo ello se nos escribe y ya está inscrito en nuestras almas como software. En la vida tendremos la oportunidad de reescribir dicho software para bendición o maldición, para rectificación o perdición, para superación o para degradación, etc, etc. Depende de uno… Y será sólo una de las facetas de vivencia y experimentación de nuestras almas en el concierto cósmico y propósito creacional divino. No es sólo un asunto de causa y efecto. No es sólo un asunto de rectificación. No es sólo un asunto de aprendizaje. No es sólo un asunto de transito académico y justicia. Es mucho más. Nada es la simpleza que se concluye de maneras cada vez más estúpidas y que no es sino evidencia de cuan afectados estamos en nuestra psiquis y estado enfermizo del alma, tal que todo se trivializa, se minimiza, se generaliza y se define irracionalmente en cosmologías y percepciones de vida sin sentido, sin trascendencia, sin entendimiento, esclavizados a la materia, esclavizados a los placeres, a las ambiciones egocéntricas y la degeneración infernal del alma; ni siquiera como animales. Mucho peor aún. Pero muchísimo peor; pues los mismos animales no se degradan como lo hace el supuesto “ser humano”, que a estas instancias no es sino un ente demoniaco, según se evidencia. ¿Acaso toca demostrarlo?
Muchos softwares informáticos definen nuestra alma. Y es la información con la cual vamos a poder percibir la realidad en nuestra vivencia física en esta realidad en la actualmente nos movemos con nuestros cuerpos. Todo lo que aparece en esta existencia primero está predefinido en otro lado invisible como información. Todo proveniente de una complejidad infinita predefinida por Dios. Se le denomina o llama “Ley”. En términos bíblicos en hebreo se llama “Elokim”. Ya he escrito de esto extensamente en otros artículos. Toda la biología, la genética y la química hace parte de dicho paquete informativo preinstalado. Y es de inferir que mucho más que no podemos todavía imaginar. Pero también todo mecanismo neuronal y espiritual que nos permite percibir el tiempo, el espacio, la materia y toda manifestación posible sensorial. Percibir el lenguaje informático y sistemático que faculta y posibilita se advierta y se distinga la verdadera “naturaleza” holográfica de la realidad como ilusión material. Nada viene de la nada como por arte de magia y estúpidamente concebido. Sobre todo cuando lo que se evidencia es un orden cósmico y existencial infinito en complejidad. La consciencia no se auto percibe de la nada. Es primitiva y redundantemente lógico.
La materia simplemente NO existe, pero es muy real para nuestros sentidos. Esta capacidad implícita pre instalada o pre escrita informáticamente en nuestra alma es la que nos posibilita llegar a percibir lo que vemos como cosmos y creación al infinito. De otra forma sería imposible no solamente percibirlo, sino menos aún interpretarlo y entenderlo sensorialmente como vivencia y manifestación de la realidad. Dicho de otra forma y que puede ser extrapolada literalmente al infinito… Usted NO camina. Usted se imagina que camina. Usted no ve el paisaje realmente. Usted percibe interiormente una visión compartida del paisaje que actúa en conjunto con su supuesta capacidad de caminar.
Todo evento concebido como movimiento físico o como sea que se pueda extrapolar como vivencia al infinito es una proyección mental interpretada. Es una realidad virtual. Hoy día lo podemos entender gracias a los avances de informática que en este sentido se nos dispone como usuarios. NO se puede negar. Más aún… Hace parte de esta descripción holográfica de la realidad la percepción del tiempo. Bien podría explicarse con muchas extrapolaciones sobre la consciencia que permitan una formulación sensata de lo que significa el tiempo y la eternidad, más allá de las formulaciones solamente físicas y matemáticas. Y no obstante la conexión matemática con todas las variables posibles de inferir y lo mencionado es la estructura matrix constructiva. Es está capacidad de percepción de la realidad la que se denomina en lenguaje kabbalista como planos de la creación. Todo está definido en ese sentido perceptivo definido y escrito informáticamente en nuestra almas, cada cual acorde a su realidad existencial propia e individual. Y es por esto mismo que el “ser humano” propósito de la creación, el “Adam Kadmón” (el hombre primordial) y “Adam HaRishón”, el primer hombre manifestado como arquetipo creacional a imagen y semejanza de Dios (entendido en sus verdaderos significados trascendentes y no antropológicamente de forma primitiva y tonta), se corresponde con toda la creación, con todo el cosmos, con todas las dimensiones posibles, con los planos de la creación, con la Torá y con el alma de la Torá. Mashiaj el verbo hecho carne, la Torá hecha carne. La percepción completa de la divinidad y de la creación está ya dentro del potencial escrito como software dentro del alma humana. Pero ojo con la afirmación… Dentro del alma a imagen y semejanza divina, dentro del “ben adam” (el hijo del hombre).
Dicho de otra manera… Toda la creación con sus infinitas posibilidades de manifestación para cada evento, cada existencia, cada manifestación en cualquier reino de la “naturaleza”, en cualquier ser viviente, en cualquier “ser humano” (verdadero y falso), en cualquier ángel, en cualquier demonio, en cualquier entidad, está escrita e inscrita en el “alma” equivalente como planos de la creación. No son los planos iguales para toda manifestación. Cada fragmento con su software infinito (valga la dialéctica contradictoria) de posibilidades de manifestación y funcionamiento, pero con una singular definición única y exclusiva como propósito y significado de la creación… El alma (con todos sus niveles) del verdadero ser humano, es decir Adán Kadmón. Sin entrar en más detalles explicativos (que se infieren infinitos), por lo menos a nuestras posibilidades y nivel, el nivel de alma de conexión inicial con la divinidad es la neshamá humana. Es la imagen y semejanza con Dios, con nuestro creador, plasmada, escrita e inscrita en la neshamá como planos creacionales (la vivencia y experiencia propósito de Dios) y como árbol de la vida, libro de la vida, vida eterna, salvación y conceptos similares. Cada cual con su propia e individual equivalencia de forma de software, si se permite el término.
Lo revelado en su predefinición y proceso mismo de definición y manifestación es “invisible” acorde a nuestra percepción. Es la Creación, es la misma Torá, los planos de la creación, la voluntad divina, el NOMBRE de Dios, es lo emanado, es el “Reshit” en donde Dios se contrae (Tzimtzum) para darle cabida a lo creado. Esa sería una interpretación en términos “físicos”, siendo no físico en lo absoluto, lo que aquí yo referencio como invisible. Esa es la verdadera “invisibilidad” a nuestros sentidos del Olam HaSé; de este mundo. Pero sepa, el NOMBRE NO es la esencia de Dios. NO es Dios, aunque SÍ es su manifestación. Dios se revela con Su Nombre. Se revela con Su Propósito, Su Torá, con la Creación; y la entrega en el alma (neshamá) que decide compartir con el verdadero “hombre” Adán. La Esencia de Dios, NO es el “Ein Sof”, como muchos confunden. El “Ein Sof”, lo que es lo mismo que la Luz de Dios (Or Ein Sof), se le conoce también como el infinito. La designación “Ein Sof” literalmente en hebreo se traduce como “Sin Fin”.
Al ser una de las definiciones de Dios que es “infinito”, se ha concluido que Dios y “Or Ein Sof” es exactamente lo mismo. Y NO lo es literalmente. Aunque en cierta forma sí lo es como Su Evidencia Divina de lo que quiere manifestar. Es una potencialidad infinita, pero no necesariamente una predefinición absolutamente cumplida. Es una preconcepción infinita en sabiduría de anticipación al drama cósmico en todas sus dimensiones y posibilidades, pero no es la construcción rígida de estructura del diseño acorde a planos. Dicha interpretación en lenguaje bíblico se le denomina escritura en piedra. Lo que quiero resaltar es que los planos de la creación son los mismos planos de nuestra alma divina a imagen y semejanza de Dios; De la neshamá que es la misma Torá en su plena manifestación como objetivo ideal. Es un camino de sintonía en equivalencia de forma del cuerpo con la divinidad. Y este es el tema de inicio de este capítulo como sigue, con su respectivo desarrollo.
Los capítulos anteriores de esta serie se han abordado principalmente desde una perspectiva académica que enfatiza referencias, fuentes, citas, conclusiones y enseñanzas que popularmente son aceptadas en el judaísmo rabínico, la kabbalá y en la colectividad del pueblo judío mayoritariamente. Que sea dicho saber, docencia, instrucción, educación, pedagogía, cátedra, magisterio o doctrina lo que se acepta por la feligresía, no le quita lo valioso y verdadero del saber, pero tampoco lo ratifica como la verdad absoluta. Todo fragmento puede servir como herramienta de acercamiento a la revelación; pero también puede que no. Depende de la persona misma y no de la enseñanza misma, siempre y cuando ésta se fundamente en la verdad. Y las fuentes de la Torá citadas de los sabios de Israel, y que se han citado en los anteriores capítulos son verdad en ese sentido. Pero NO se pueden minimizar como fragmentos sin posibilidades de extrapolación sin distorsiones, tal que se contextualicen integralmente sin contradicciones dialécticas (lo cual es la norma). Esto quiere decir que la metodología de exposición de argumentos seleccionada, escogida como fundamento soporte (no imaginación) de toda explicación y disertación, es eso… Cimientos establecidos por nuestros sabios de Israel. No obstante susceptibles de profundizarse, decodificarse y conciliarse a mayores clarificaciones.
La Neshamá, la Equivalencia de Forma y la Elección del Mal Según el Judaísmo y la Kabbalá.
Establecido lo anterior, se tocó superficialmente en el capítulo 4 de esta serie, lo que se usualmente se deduce y se comenta en algunos ámbitos rabínicos (no todos), sobre la esencia de Ismael, de Esav y de todo lo que se considera humanidad, como si todo fuese igual ecuménicamente. Se enseña rabínicamente, que todo el mundo tiene neshamá, así sea de que se trate de malvados de la peor clase. Según esta generalización no existen los demonios, pues incluso los mismos (se infiere) tienen neshamá; de esta forma se enseña y se afirma con dicho postulado lo contrario a lo que explícitamente se revela en muy extensas enseñanzas en la Torá, en el Zohar, en el Talmud y en textos sagrados de nuestros sabios de Israel, sobre el tema y la confirmación de entidades de apariencia humana, no humanas sin neshamá. Igualmente como también explícitamente al respecto de los demonios y entidades no adámicas con formulaciones sin ambigüedades de su existencia demoniaca. La contradicción (no dialéctica conciliable) y el absurdo se manifiestan en abierta disonancia cognitiva y doble estándar. Se avala un ecumenismo color rosa simplificando el papel del mal en la creación, así como un final feliz para todo el mundo, no obstante muchos textos sagrados antiguos y kabbalistas establecen lo contrario. Son la típicas contradicciones dialécticas que se encuentran a todo lo largo y ancho de la Torá y que el doble estándar y la disonancia cognitiva (que como defecto de este mundo lo tenemos todos) ignora a sabiendas o no, para evitarse entrar en conflictos de entendimiento.
La equivalencia de forma con lo superior o con lo inferior es un concepto muy utilizado en el lenguaje kabbalista. Aplica en ambas direcciones hacia el bien y hacia el mal, hacia la virtud o la degeneración, hacia la santidad o la impureza, hacia la bendición o la maldición de manera equivalente. He escrito extensamente de ello en mis blogs. Siempre deberá ser exacta, tal cual aplica para absolutamente todo, incluyendo mundo físico y espiritual. Se concluye entonces que de acuerdo a la equivalencia de forma, por ejemplo con lo superior y la virtud (ya sea ésta mayor o menor entre vasija y contenido) es la manifestación de los atributos de la neshamá en una persona. En cuanto a las definiciones que se analizaron en el capítulo anterior y respecto a lo que es neshamá y sus niveles de manifestación, se entiende que a mayor equivalencia de forma entre vasija (cuerpo y nefesh) y contenido (neshamá y ruaj), mayores atributos de la neshamá. Pero si no hay mayores manifestaciones de la misma, porque su «contenido» es mínimo, entonces prepondera lo que no es neshamá. Es decir, lo demoniaco es lo predominante. Por ejemplo las inclinaciones al mal y al materialismo.
La mayoría en el rabinismo por ejemplo dicen, aceptan y enseñan que Ismael y Esav (no obstante su maldad) tienen neshamá. Escondida, pero la tienen. Una conclusión que solo se postula, pero no se demuestra explícitamente. Personalmente yo no la he visto como tal. Pero que yo no la haya visto no significa nada. Sólo una referencia de paso como refuerzo de contexto, pues no obstante, he investigado por décadas estos temas. Y la reflexión es válida… ¿De dónde se concluye? Si, es cierto. Se sustenta con citas de los textos sagrados del judaísmo; pero ya se dijo… Las referencias como fragmentos se deben contextualizar integralmente. No por solamente verlas o citarlas se puede concluir de manera contundente y consumada. En algunos casos si y en otros no. Habrá que analizar cada caso por separado y de forma exhaustiva. No hacerlo y quedarse en la mitad del camino, o quedarse sólo en el principio es rigidez farisea. Y sin embargo, en este tema sobre Ismael y Esav, hay un análisis evidente a plena vista que serviría de confirmación a las enseñanzas rabínicas de las que yo digo que “no he visto” demostraciones de conclusión diferentes a las citas de textos.
La lógica inicial es muy simple. Si se establece por halajá que se es judío por línea materna, y según todo lo expuesto hasta ahora en esta serie de artículos, por consiguiente la misma neshamá la aporta la madre como sintonía, equivalencia de forma y consecuencia, pues ¿qué se podría deducir de Ismael y Esav? La mamá de Ismael no era judía, luego Ismael no hereda la neshamá. Pero Esav es hijo de Rebeca que si era judía, luego por deducción hereda la neshamá. ¿Son éstos razonamientos así de simples y concluyentes? Para responder esta pregunta se debe conocer y tener un contexto profundo de TODA la Torá como cuerpo integral (Zohar, Talmud, Midrash, Tania, Textos Antiguos, Apócrifos, comentarios de sabios de Israel, etc) para deducir integralmente y NO de forma simple y fragmentada. Puede que se confirme o no la deducción inicial. De eso se trata la Torá. Y sea como sea que se confirme, incluso con las dos respuestas contradictorias (si y no), no obstante, la conclusión inicial como postulado general halájico NO se descalifica y se mantiene inmutable. ¿Cómo puede ser eso posible?
Precisamente es a esto a lo que se le llama conciliación dialéctica. Y la respuesta puede ser NO a pesar del postulado inicial, sin contradecir el mismo. De hecho, Sara como madre de Isaac, sin duda alguna heredó, propició, transmitió la neshamá a Isaac. Hagar era la madre biológica de Ismael y se concluiría que entonces NO hereda, no propicia, no transmite neshamá a Ismael. Pero resulta que la adopción según el judaísmo convierte al adoptado en hijo legítimo como si fuese bilógico. Es la misma situación de un converso que se adhiere al judaísmo. ¿Entonces cómo se concilian integralmente todas estas preguntas? Se irá poco a poco trabajando en estas respuestas. La sabiduría en el judaísmo no se alcanza con atajos y respuestas blanco y negro (es lo que todo el mundo sin neshamá anhela). Nadie quiere recorrer el camino, no hacer el trabajo correspondiente en el entendimiento y demás requisitos obligados.
Surge otra pregunta adiciona en este tema… Si la halajá de ser judío se estableció con Esdras (mucho después de la muerte Sara y Rebeca), ¿se podían llamar judías Sara y Rebeca? ¿Cómo se aplican los misterios del alma en esos dos periodos de tiempo distantes? ¿Y la halajá? ¿Acaso la misma es un asunto antropológico e histórico coyuntural? Sean cuales sean las respuestas a estas últimas preguntas (para no salirnos del tema), NO se debería concluir por inferencia lineal que haya neshamá en Ishmael, Esav y demás pueblos rechazados por Dios. Todo lo contrario se debería concluir que dichos pueblos o simientes al rechazar la Torá y los roles divinos que sólo la neshamá puede identificar, pues entonces Dios mismo los rechaza. Y no se trata de una interpretación a nuestras costumbres humanistas de relación. ¿Acaso la neshamá puede escoger el mal? La respuesta es que NO.
Estas preguntas profundamente reflexivas y buscan clarificar la relación entre la neshamá, su manifestación según la «equivalencia de forma» entre la vasija (cuerpo y nefesh) y el contenido (ruaj y neshamá), y cómo esto se aplica a casos como Ismael, Esav y otros que parecen rechazar el propósito divino asociado con la neshamá. Esto plantea la cuestión de si la neshamá puede elegir el mal y cómo interpretar su presencia en aquellos que se inclinan hacia el materialismo o las klipot. Conecto todas las disertaciones previas sobre la neshamá, la elección de Israel y el libre albedrío con las respuestas que de aquí se deriven.
1. La Equivalencia de Forma y la Manifestación de la Neshamá.
Las enseñanzas sobre la «equivalencia de forma» son asuntos fundamentales de comprensión y están profundamente arraigadas en la Kabbalá. El principio de equivalencia de forma (d’mut tzurah), articulado por el Baal HaSulam en Talmud Eser Sefirot (Parte 1, capítulo 3) y en Introducción al Zohar (página 68), establece que la capacidad de un recipiente (kli, en este caso el cuerpo y la nefesh) para contener y manifestar la luz divina (neshamá y ruaj) depende de su alineación con los atributos divinos, como la santidad, la justicia y la misericordia. A mayor equivalencia de forma, mayor es la manifestación de la neshamá; a menor equivalencia, la neshamá es incipiente o simplemente no se tiene. En la Kabbalá, la neshamá es el nivel más elevado del alma, seguido en nivel inferior por el ruaj (espíritu) y la nefesh (alma vital). El Tania (capítulo 2) explica que la neshamá judía es una «parte literal de Dios de lo Alto» (Jelek Eloka mi-ma’al), mientras que la nefesh está más vinculada al cuerpo y al mundo material. La nefesh behemit (alma animal), presente en todos los “humanos” (los que lo sean), inclina hacia el egoísmo y el materialismo, mientras que la neshamá impulsa hacia la santidad. La equivalencia de forma entre el kli (cuerpo y nefesh) y la neshamá determina cuánto de esta chispa divina se manifiesta en la vida de la persona.
¿Qué Sucede si la Neshamá es «Mínima»? Si la equivalencia de forma es baja (en caso se tenga como potencial), la neshamá no se manifiesta plenamente, y la nefesh behemit domina, inclinando a la persona hacia el materialismo o el mal. Si se tiene potencial, si se tiene esa mínima parte de chispa divina, ésto no significa que la neshamá esté ausente, sino que está «oculta» por las klipot (cáscaras espirituales), que son las fuerzas de impureza que bloquean la luz divina (Zohar, 1, 205b). El AriZal (Sha’ar HaKlipot) enseña que las klipot se fortalecen cuando la persona elige el mal, reduciendo la equivalencia de forma superior y limitando la expresión de la neshamá. Sin embargo, la neshamá nunca desaparece mientras se conserve dicha característica humana, ya que es una chispa divina inherente a todos los “humanos” que como tal permanecen (Zohar, 1, 81a).
En la enseñanza tradicional rabínica del judaísmo se dice que en casos extremos, como los de Ismael y Esav, la neshamá está presente, pero su manifestación es mínima debido a la falta de equivalencia de forma superior. Sus elecciones los alinean con las klipot, lo que da la apariencia de que «prepondera lo que no es neshamá» (es decir, la nefesh behemit y las inclinaciones materiales). Bueno… Valgan las aclaraciones recién hechas en este artículo sobre dichas conclusiones que son susceptibles de cuestionarse a mayores profundidades de discernimientos.
2. Ismael, Esav y el Rechazo de la Torá. ¿Tienen Neshamá?
La pregunta de cómo Ismael, Esav y otros pueden tener una neshamá si rechazan el propósito divino es central. La Kabbalá ofrece varias explicaciones al respecto:
Ismael: En el Zohar 1:118b se encuentra una discusión sobre Génesis 25:6, que menciona a los «hijos de las concubinas» de Abraham, a quienes envió «al este, a la tierra del este». Esta sección del Zohar explora temas místicos relacionados con las fuerzas espirituales, la creación de mundos superiores e inferiores, y la interacción entre lo humano y lo sobrenatural. En particular, 1:118b aborda la noción de las «concubinas» de Abraham y su descendencia, interpretada en un sentido místico como relacionada con fuerzas espirituales o demoníacas. Esta sección del Zohar incluye referencias a la generación de entidades espirituales o demoníacas a partir de uniones humanas, lo cual podría estar relacionado con Lilith, los shedim (demonios) o los nefilím.
Dado que el Zohar está escrito en arameo y su traducción varía según la edición, ofrezco una traducción al español basada en la edición estándar de Pritzker Volumen 1, traducido por Daniel C. Matt. La cita exacta en 1:118b dice lo siguiente:
«Y a los hijos de las concubinas que tuvo Abraham, les dio regalos y los envió lejos de su hijo Isaac, al este, a la tierra del este (Génesis 25:6). Rabbi Shimon dijo: ¿Quiénes son los hijos de las concubinas? Estos son los hijos de las fuerzas inferiores, las que se derivan del lado de la impureza (Sitrá Ajará). Abraham, en su sabiduría, conoció los secretos de los mundos superiores e inferiores, y dio regalos a aquellos que procedían del lado oscuro, para apartarlos de la santidad de Isaac, quien es del lado de la santidad. Estos son los espíritus que emergen de las uniones nocturnas, los que se generan en los mundos inferiores, y que son enviados a la tierra del este, el lugar de las fuerzas de la oscuridad».
Bueno… Al igual a como sucede con cualquier texto sagrado, ya sea del Jumash, del Tanaj, del Talmud, textos antiguos kabbalistas antiguos, y mucho más cuando se trata del sagrado Zohar, cualquier cita o referencia textual es insondable en dificultad de decodificación y compresión. Se sabe por enseñanzas de los mismos sabios de Israel que el Zohar no se puede interpretar de buenas a primeras (así como sucede con los textos de la Torá) literalmente, ni de forma superficial. Hay un lenguaje escondido a nuestra habitual comprensión de la realidad que se denomina “el lenguaje de las ramas”. Sin embargo, esto no descalifica el nuestro, aun así atrapados en los condicionamientos de esclavitud y comprensión de este mundo lunar. La interpretación literal a nuestro nivel de entendimiento es obligado como “punto de partida” deductivo “Peshát” de nuestra realidad, a la misma vez que esconde su decodificación como “punto de llegada” o final de comprensión. Esto significa que sea como sea, cualquier análisis de los textos sagrados empiezan por nuestra interpretación literal. Pero se debe profundizar en ello siempre con contextos adicionales. Es el camino del “Pardes”. Si se quiere profundizar de forma específica en el asunto, recomiendo mi artículo que dejo en el siguiente enlace:
La Importancia del Idioma y Lenguaje Como Herramienta de Rectificación del Alma, Salvación y Retorno a «Casa».
Analizar este solo texto del Zohar podría extrapolarse con fundamentos a muchos niveles y de maneras extensas. No es el propósito aquí. Solamente quiero dejar constancias de lo que se trata sumergirse en los textos sagrados para intentar clarificar conceptos y cosmologías que son claves a entendimientos primarios que son prerrequisitos de avance, a diferencia a la costumbre de la simplificación de las doctrinas. En este caso específico la dilucidación en algo de lo que significa la neshamá en lo que concluimos superficialmente como “humanidad” con un brochazo ecuménico igualitario para todo el mundo, cuando la misma evidencia de nuestra historia y diagnósticos de la realidad nos muestran una complejidad en desigualdades e inmersión en el mal desastrosa y trágica.
Cuando se habla en la biblia y la Torá de que Abraham después de la muerte de Sara tuvo concubinas, se seduce que eran varias, además de Ketura. Y también se habla de los hijos de las concubinas en génesis 25. Lo primero que podría preguntarse respecto al texto traducido “y a los hijos de las concubinas que tuvo Abraham”, es ¿cómo se interpreta ésta sola frase? ¿Se trata de hijos de las concubinas que NO son de Abraham? ¿Se trata de hijos bilógicos de Abraham? ¿Eran biológicamente hijos de otros hombres diferentes de Abraham? ¿Ya los tenían cuando Abraham las conoció? ¿De dónde salieron dichas concubinas y en qué época de Abraham? ¿Después de Sara? En las interpretaciones rabínicas más literales y populares se concluye que son hijos bilógicos de las concubinas y de Abraham. Y la palabra concubinas en plural infiere que eran varias concubinas sexuales. ¿Abraham tenía relaciones sexuales con las concubinas? ¿Relaciones sexuales con estas concubinas dando rienda suelta a sus deseos carnales y sexuales, aún a sabiendas de sus orígenes impuros? ¿Tenía Abraham su harén de conjunto de concubinas sexuales al mejor estilo de un sultán árabe? ¿Cómo así que varias concubinas? ¿Adulterios? Lo mismo sucede cuando se interpretan las esposas de Jacob.
No obstante dado todo el contexto de grandeza de Abraham en toda la Torá, ¿Cómo es posible que se asocien interpretaciones de concubinas que mantienen relaciones sexuales con Abraham, sin considerar la grandeza de Abraham, que se supone estaría espiritualmente muy por encima de los deseos e instintos sexuales de la carne? ¿Máxime cuando los mismos textos kabbalistas y de la Torá establecen que los hijos de las concubinas representan la impureza? Todo lo opuesto a lo que representa Abraham. Note que literalmente la frase “las concubinas que tuvo Abraham, bien puede interpretarse de forma disociada de la mención de los “hijos”. Estas interpretaciones comúnmente aceptadas sin mayores consideraciones, según nuestras hipócritas costumbres actuales con sus doble estándar, no dejan de sorprendernos moralmente. Esto para empezar.
La verdad es que en la literalidad nadie entiende. Ni siquiera en algunas veces en los excelsos niveles provenientes del rabinismo. Pero el asunto es más insidioso si se quiere, teniendo en cuenta las narrativas del Zohar. El texto de este versículo dice literalmente… ¿Quiénes son los hijos de las concubinas? Estos son los hijos de las fuerzas inferiores, las que se derivan del lado de la impureza (Sitrá Ajará). Esto significa que Abraham los engendró como hijos biológicos del Sitrá Ajará (del lado de la impureza) ¿Cómo es ello posible?
Sin duda ésto deja en shock a más de un religioso dogmático santurrón hipócrita que se jura bueno, santo y puro. ¿Cómo es posible que de Abraham provengan hijos de las fuerzas de la oscuridad? ¿Generados de los mundos inferiores? ¿Entonces Abraham de dónde era? Más aún… Abraham poseedor de sabiduría “conoció los secretos de los mundos superiores e inferiores”. ¿De los mundos inferiores? ¿No será eso brujería? Jeje. El ignorante sólo puede sorprenderse con sus hipocresías cuando son confrontadas, en evidencia de ausencia de Neshamá. ¿Cómo se debe interpretar todo lo anterior? Sea como sea que se interprete, lo cierto es que esta sola mención del texto del zohar con dudas al respecto de su dilucidación , nos demuestra que nada en estos terrenos es blanco y negro en simplezas deductivas.
La cita exacta del Zohar 1:118b puede variar ligeramente según la edición (por ejemplo, la de Soncino o la de Scholem), pero el contenido principal se centra en la interpretación mística de los «hijos de las concubinas» como entidades espirituales o demoníacas asociadas con el Sitrá Ajará (el «otro lado», el reino de la impureza). ¿Pero se trata acaso sólo de entidades espirituales? ¿Se excluye de la interpretación mística kabbalista los hijos biológicos de las concubinas? El rabinismo acepta principalmente la interpretación física de los hijos en la carne. El asunto es que las dos revelaciones son validas y son complementarias. La pregunta persiste… ¿Cuál es el origen espiritual y biológico de dichas entidades demoniacas? Porque todo lo que no sea santo es demoniaco (así de simple). No convine que nos creamos angelitos que NO lo somos. Y ese reconocimiento es el principio de los caminos de retorno y tikun.
La verdad es que nada se puede dilucidar con completa lucidez y discernimiento total como revelación global, consumada, cumplida y plena con sólo fragmentos de la misma revelación, o con análisis y explicaciones porcionadas. Un relato bíblico sirve de aproximación al entendimiento, pero por sí solo no devela todo el contexto integral completo que es matrix estructural de la creación y todo su pasado cósmico, existencial o como se le quiera llamar. La misma “naturaleza” de la creación (si se permite la expresión inexacta), del significado y del propósito divino exige visión entera, íntegra, cabal, acabada y perfecta de la misma; no solamente por lógica elemental, al deducir que la comprensión de estos conceptos (significado y propósito) es prerrequisito obligado, sino que además es el mismo secreto sublime trascendental de la existencia, del alma, de la experiencia y la vida eterna en unificación con la divinidad. Dicho de otra manera, es el mismo secreto y misterio del placer infinito que tiene Dios para compartir. Que se tenga visión total (en caso de que ello fuera factible y que no lo es en términos del conocimiento de la mente divina de Dios y Su voluntad), no significa que se comprenda todo.
Continua...
David Saportas Liévano
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Podcast Arbol de VidaBy david saportas