Tras liderar por varios años la escena independiente y de sonar en radios universitarias, REM dio su paso más ambicioso en 1988. Ese año firmaron un millonario contrato con un sello multinacional y lanzaron Green, el que sería su álbum más exitoso hasta la fecha.

Liderados por Bobby Gillespie, ex miembro de The Jesus and Mary Chain, la banda trabajó con DJ’s y productores para entregar un disco que los convirtió en estrellas.

Mientras el grupo apenas soportaba las tensiones internas por el protagonismo controlador de David Byrne, musicalmente expandieron sus ideas hacia el afrobeat y la influencia del artista nigeriano Fela Kuti.

Tocando sus propios instrumentos y componiendo su música, el quinteto femenino surgió como una rareza en el mercado y terminó por imponer un estilo visual y musical, ayudado por el flamante canal MTV.

Además de ser el disco más vendido de todos los tiempos, Thriller consiguió mezclar el pop, el rhythm and blues y el hard rock, subió la vara en la producción de los videoclips y convirtió a Jackson en el artista más exitoso de su época.

En sólo dos años grabaron y editaron un álbum que reflexionaba sobre la vida contemporánea en clave de pop sofisticado y que, 36 años después de su publicación, sigue siendo una de las mejores composiciones de su época.

Fue un trabajo vanguardista e incomprendido en su época, pero terminaría siendo uno de los álbumes más influyentes y una inspiración para el movimiento punk e independiente que surgió después.

En la búsqueda de un nuevo capítulo en su carrera musical, U2 abrió la nueva década cambiando el sonido y la estética que los definía como banda.

Comparada con Billie Holiday y alabada por su visión artística, la cantante se puso a la vanguardia del movimiento del neo-soul que refrescó los sonidos urbanos de fines de milenio.

Tras su exitoso debut en 1995 y una gira de 18 meses, Supergrass encontró su madurez artística con el álbum “In it for the money” que incorporó un sonido más denso y menos punk que sus comienzos.